“…"Lo que soy al día de hoy, bueno, malo o grado x en la escala ética, estética y política: productivo,
feroz, crítico, vanidoso, voluntarioso, admirador de la belleza, lector voraz, estudioso de todo lo existente, aventurero, soberbio, buena persona, honrado, sincero, inepto violinista, aspirante a super héroe –eso digo yo, habrá que ver qué opina le gente–, todo lo que soy tuvo su semilla en un pueblociudadde Costa Rica que se llama San Isidro del General: allí tuve mis estrenos –incluyendo uno fundamental en el Bar Tico–, leí todo Dostoievski, Miller, Las Mil y una Noches, Vargas Vila, recibí clases de lectura y redacción de la discretamentesugestiva Vilma Alfaro de Vega (ah, nostalgia la mía de una debilidad endémica: la primera minifalda que vi en mi vida: el atisbo del gran secreto) y lecciones de locura feliz de don Danilo Salas y arcanos feroces e indescifrables de matemáticas del despiadado negro Lindor, de música y latinismos de Faustino Chamorro; allí, en San Isidro, gané mi primera medalla en carrera atlética compitiendo ni más ni menos que contra el campeón centroamericano Rafael Ángel Pérez (perdí perome dieron medalla; de ahí mi actual adicción a las preseas, medallas,
premios, de todo tipo), allí tuve una existencia silvestre cerca del río General y conocí a las mujeres más ferozmente hermosas del mundo que habitaban el polvorientoparnaso de San Isidro."…”
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